Ficción se refiere a la acción y efecto de fingir; fisión equivale a «escisión» o «rotura» y fición, por otra parte, no existe en el idioma español. Las 3 palabras tienen pronunciaciones similares, lo que puede llevar a confundir las diferencias entre una y otra. Te mostramos entonces con más detalle cómo usarlas.
Cuándo usar ficción
Ficción es la acción y efecto de fingir; por otra parte, también se refiere a una «invención» o «cosa fingida». Por último, corresponde también a una clase de obras literarias o cinematográficas, generalmente narrativas, que tratan de sucesos y personajes imaginarios.
Ejemplos:
- Eso de creer en las teorías conspirativas no es más que una ficción de tu mente.
- Me gusta leer novelas de ficción, sobre todo del tipo policíaco.
- Sus lágrimas en realidad eran pura ficción.
Sinónimos de ficción
- Fábula
- Leyenda
- Cuento
- Fantasía
- Imaginación
- Invención
- Utopía
- Quimera
Cuándo usar fisión
Por otra parte, fisión equivale, como ya vimos, a una rotura o escisión de algo, aunque también puede referirse de forma específica a la división celular por estrangulamiento y separación de porciones de protoplasma.
Por último, es muy usado el término fisión nuclear, para referirse a la escisión del núcleo del átomo producida por un bombardeo de neutrones, en la que se libera gran cantidad de energía.
Ejemplos:
- En este modelo, las células se dividen por fisión primaria.
- Las centrales eléctricas usan la fisión como una fuente de energía renovable, aunque implique algunos peligros.
Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.