Cómo se escribe ¿Escéptico o Excéptico?
Las consonantes -x y -s tienen una pronunciación parecida en el español, aunque no idéntica. Sin embargo, muchas personas confunden el uso de una por la otra lo que lleva a muchos errores ortográficos. En este artículo te mostramos un caso de esta problemática al analizar cómo se escribe escéptico o excéptico.
Algunos ejemplos de dudas de escritura en relación al uso de la -s y la -x son explanada o esplanada, expectativa o espectativa, escelente o excelente y esquisito o exquisito, entre otros.
Excéptico
La palabra ‘excéptico‘ no existe en el español ya que no está registrada en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE). siendo así, no debes escribirla con x.
La forma correcta de escritura es ‘escéptico‘, con -sc. Según la RAE y otros diccionarios, la palabra escéptico se define como ‘alguien que duda de la verdad o de una cosa normalmente aceptada’. Ejemplos:
- Todos confían en que ella hará un buen gobierno, pero él es un escéptico.
- Soy escéptico en cuanto a la real motivación del gobierno.
Asimismo, se le dice escéptico a una persona que sigue el escepticismo, el cual es una corriente de pensamiento que presenta una actitud inquisitiva hacia hechos que son considerados ciertos. Esta corriente puede tomar formas de escepticismo religioso, filosófico o científico.
Para que puedas ampliar tu vocabulario, te mostramos los principales sinónimos de escéptico, que deben ser usados según el contexto de lo que se está hablando:
- Incrédulo
- Descreído
- Dudoso
- Indiferente
- Receloso
- Ateo
Cómo se dice escéptico en otros idiomas
Es importante poder expresarse bien en otros idiomas, por lo que presta atención a cómo se traduce escéptico en ellos:
- Cómo se dice escéptico en inglés: sceptic (US), skeptic (UK)
- Cómo se dice escéptico en francés: sceptique
- Cómo se dice escéptico en italiano: scettico
- Cómo se dice escéptico en portugués: céptico
- Cómo se dice escéptico en catalán: escèptic

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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