Cómo se escribe ¿El radio o La radio?
En el español sabemos que las palabras tienen o bien un género masculino o bien un género femenino, y hemos aprendido esos géneros desde la infancia, sin emabrgo, existen aún algunas palabras que nos provocan dificultades para saber qué artículo debe precederlas. Uno de esos casos es el que veremos en este artículo, donde analizaremos si escribir el radio o la radio.
Algunos ejemplos de dudas similares, en donde no hay seguridad sobre si usar el artículo masculino o el femenino, son el área o la área y el acta o la acta, el agua o la agua y el hacha o la hacha, entre otros.
La forma de escribir ‘el radio‘ es válida ya que hay algunos significados de radio que tienen género masculino:
- Segmento que une el centro de un círculo concualquier punto de su circunferencia.
Ejemplo: Calcular el radio de un círculo de perímetro 8 cm. - Espacio cubierto por la acción o influencia de algo.
Ejemplo: El radio de destrozos a causa del meteorito fue gigantesco. - Hueso que une el codo con la mano.
Ejemplo: El radio es un hueso del cuerpo muy finito, junto al cúbito. - Elemento químico cuyo símbolo es Ra y cuyo número atómico es 88.
Ejemplo: El radio es un elemento producto de la descomposición del uranio.
Se denomina ‘radio de acción‘ al alcance que una cosa es extendida. Ejemplo: El radio de destrucción de la bomba llegó a los 10 km.
Por otra parte, también se puede usar la forma ‘la radio‘, que hace referencia a los significados del género femenino de la palabra radio:
- Aparato electrónico que transmite sonidos a partir de la captación de señales en el aire.
Ejemplo: La radio está muy fuerte, baja un poco su volumen. - Infraestructura y personal que hacen posible la transmisión de señales audibles por el aire.
Ejemplo: Juan trabaja en la radio, como técnico de sonido.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
Deja una respuesta