Cómo se escribe ¿El azúcar o La azúcar?
En español sabemos que todas las palabras tienen asignado un género, el cual se manifiesta a través del artículo, que puede ser masculino o femenino. Ahora bien, hemos aprendido en la escuela la mayoría de los géneros de las palabras, pero hay algunas que suelen confundirnos siempre, y el caso que veremos en este artículo es un claro ejemplo de ello, pues veremos cómo escribir: el azúcar o la azúcar.
Algunos ejemplos típicos de dudas relativas al género de las palabras son el aula o la aula y el área o la área, el acta o la acta y el calor o la calor, entre otros.
Si vamos a la mejor fuente del idioma español, el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), podremos ver que la palabra azúcar es clasificada como un sustantivo ambiguo, esto es, que puede ser usado con artículo masculino o femenino indistintamente. Ejemplos con artículo masculino:
- Prefiero el azúcar negro al refinado.
- ¿Me pasas el azúcar, por favor?
Como vimos que azúcar es un sustantivo ambiguo según la RAE, también puede usarse la palabra con el artículo femenino, pudiendo usar los adjetivos y demostraticos también en este género. Ejemplos como sustantivo femenino:
- La azúcar morena es más rica que la refinada.
- La azúcar en este supermercado es más cara.
Cómo se dice azúcar en otros idiomas
Ya que el azúcar es parte de toda cocina y forma también parte de nuestras vidas, te será útil saber cómo traducir azúcar en otras lenguas:
- Cómo se dice azúcar en inglés: sugar
- Cómo se dice azúcar en francés: sucre
- Cómo se dice azúcar en portugués: açucar
- Cómo se dice azúcar en italiano: zucchero
- Cómo se dice azúcar en catalán: sucre
¿Cómo se dice: el azúcar o la azúcar? Bueno, la verdad es que puedes usarlo de ambas formas y estará bien, así que no te preocupes en este caso sobre qué artículo usar junto a la palabra ‘azúcar’.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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