Cómo se escribe ¿Echado o Hechado?
La palabra correcta es «echado«, que viene del verbo «echar», refiriéndose a soltar o verter una persona, animal o cosa.
La consonante “h” cuando no va acompañada de “c” en español no se pronuncia, por ello, se debe prestar especial atención a la hora de escribir ciertas palabras.
Algunos ejemplos de dudas sobre el uso de la ‘h’ en otras palabras son ebrio o hebrio, alagar o halagar, enorabuena o enhorabuena y desheredar o deseredar, entre otros.
Hechado
«Hechado» no existe en el español al no ser reconocida por el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) porque el verbo correcto es «echar», esto es, sin la «h» al comienzo de la palabra. Por lo tanto, evita usar «hechado».
Echado
«Echado» es la forma correcta de escribir y corresponde al participio del verbo echar, por lo que está bien escrito y existe en la RAE, según la cual significa ‘tumbado o recostado sobre una superficie’:
- Él estaba echado en el sofá viendo televisión.
- Un gato echado sobre la cama.
Así también, ‘echado‘ puede referirse ‘a la acción de ser expulsado de un lugar’ o ‘despedido’.
- Fui echado de mi trabajo por faltar un día.
- Un ebrio que fue echado de un bar.
Sinónimos de echado
Para llevar tus dotes lingüísticas a lo más alto, necesitarás la ayuda de cualquiera de estos sinónimos:
Confinado, desterrado, expulsado, extrañado, proscrito, deportado, tumbado, yaciente, tendido, horizontal, plano.
Cómo se dice “echado” en otros idiomas
Si quieres sonar lo más realista posible en toda lengua, es imprescindible conocer cada una de las palabras:
- Cómo se dice “echado” en inglés: lying
- Cómo se dice “echado” en francés: mensonge
- Cómo se dice “echado” en portugués: deitado
- Cómo se dice “echado” en italiano: giacente
- Cómo se dice “echado” en alemán: liegend
¿Cómo se conjuga el verbo echar en presente?
Te mostramos la conjugación en presente de indicativo del verbo echar:
- Yo echo
- Tú echas
- Él, ella, ud. echa
- Nosotros echamos
- Vosotros echáis
- Ellos, ustedes echan
En definitiva, la palabra “hechado” se encuentra mal escrita, por lo que no es recomendable su uso.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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