Cómo se escribe ¿Ebreos o Hebreos?
La forma correcta de escritura es hebreos, con «h«. Por lo tanto, escribir «ebreos«, sin «h«, es una incorrección lingüística que debe evitarse siempre.
La hache es una letra muda, por lo que la pronunciación de hebreos y ebreos es la misma, lo cual es la razón de la confusión de muchos sobre cuál es la forma correcta. Ahora que ya sabes cuál es, te mostramos algunos ejemplos.
Cuándo usar hebreos
Hebreos es el plural del adjetivo «hebreo», que denota una persona del pueblo semítico, también llamado israelita y judío, que conquistó y habitó la antigua región de Canaán, después Palestina. Sin embargo, también puede referirse a alguien que profesa el judaísmo o bien puede significar: «perteneciente o relativo a los hebreos».
Por último, el hebreo se refiere a la lengua semítica occidental, próxima al cananeo, que, desde el siglo III a. C. hasta finales del siglo XIX, se mantuvo solo como lengua litúrgica y literaria, y que en la actualidad se habla en Israel y también en comunidades judías de Europa y Estados Unidos.
Ejemplos:
- Los israelitas son llamados generalmente de hebreos.
- La nación hebrea de Israel.
- Los habitantes de Israel hablan el hebreo.
Hebreos también es el nombre de un libro de la Biblia, en el Nuevo Testamento.
- Se cree que el libro de Hebreos fue escrito por el apóstol Pablo.
Cómo se escribe hebreo en otros idiomas
- Cómo se dice hebreo en inglés: hebrew
- Cómo se dice hebreo en francés: hébreu
- Cómo se dice hebreo en italiano: ebraico
- Cómo se dice hebreo en catalán: hebreu
- Cómo se dice hebreo en portugués: hebreu

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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