Cómo se escribe ¿Dúplex o Dúples?
Muchas veces solemos confundir a la ‘s’ por la ‘x’ o viceversa pues sus sonidos son similares, por lo que el no tener clara la gramática puede llevarnos a cometer varios errores gramaticales. En este artículo veremos un caso de esto al analizar cómo se escribe: dúplex o dúples.
Algunas dudas en relación al uso de la ‘x’ y la ‘s’ son escusa o excusa, esperimento o experimento, escéptico o excéptico y expectante o espectante, entre otros.
Te mostramos cómo se escribe correctamente entre dúplex y dúples.
‘Dúplex’ es la forma correcta de escribir la palabra. Te mostramos sus significados según la RAE y otros diccionarios:
- Doble; que contiene dos veces una cantidad.
Ejemplo: El dúplex es una práctica sexual que involucra a dos miembros del sexo femenino con un hombre. - En un edifico de varias plantas, referido a dos pisos superpuestos y unidos por una escalera interior, destinado a vivienda independiente.
Ejemplo: La pareja habitaba en un dúplex que era dividido por una puerta, la cual llevaba a la segunda planta en donde vivía el dueño de la casa. - Dicho de un sistema de información capaz de recibir y transmitir dos mensajes a la vez en ambos sentidos.
Ejemplo: Todos los sistemas móviles utilizan un dúplex para comunicarse simultáneamente.
Dúples
“Dúples” no se encuentra en la RAE y no está correctamente escrita, por lo tanto su uso debe descartarse.
Explicaciones ortográficas adicionales
La palabra fue tomada del latín tal cual está escrita (“duplex”) por lo que conserva la grafía etimológica. Este es el único motivo, por lo que no existe ninguna regla ortográfica que regule el uso de la equis en este caso.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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