Diverción y diversión son palabras homófonas, esto es, suenan igual al pronunciarlas, lo cual no presenta problemas al momento de hablar pero puede confundir al momento de querer escribir con una correcta ortografía, tomando en cuenta, además, que muchas palabras en español terminan tanto en -ción como en -sión. Debemos entonces aclarar que diversión es la forma correcta de escritura, mientras que el término «diverción» no existe en el idioma español.
Ahora que ya está aclarada la forma correcta de escribir la palabra, te mostramos su definición y otras importantes informaciones anexas.
Definición de diversión
Diversión se define como la acción y efecto de divertir, pero también puede equivaler de forma específica a «recreo», «pasatiempo» o «solaz».
Ejemplos:
- Primero viene el trabajo, y solo después la diversión, en la vida.
- Para mí no es problema cocinar; lo hago por diversión.
- Los fines de semana nos gusta buscar diversión fuera de la ciudad.
- Los jóvenes de hoy solo buscan fiestas y diversión en vez de estudiar.
Por último, diversión puede referirse a la acción de distraer o desviar la atención y fuerzas del enemigo.
- El ejército enemigo hizo una maniobra de diversión con el fin de despistar al escuadrón que lo esperaba.
Sinónimos de diversión
- Entretenimiento
- Pasatiempo
- Recreo
- Hobby
- Esparcimiento
- Alegría
- Distracción
- Placer
- Gusto
- Juerga
Cómo se dice diversión en otros idiomas
Cuando diversión se refiere a la acción y efecto de divertir, se traduce de la siguiente forma en otras lenguas:
- Cómo se dice diversión en inglés: fun
- Cómo se dice diversión en francés: divertissement
- Cómo se dice diversión en italiano: divertimento
- Cómo se dice diversión en portugués: diversão
- Cómo se dice diversión en catalán: diversió
Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.