Cómo se escribe ¿Disosiasión o Disociación?
El término correcto es disociación, mientras que disosiación, con tres eses, no existe en español por lo que debes evitar escribirla de ese modo.
Ambas palabras suenan igual por lo que son palabras homófonas, lo cual confunde a muchos al momento de escribirlas.
Cómo usar disociación
Disociación se define como la acción y efecto de disociar. Este verbo equivale a separar algo de otra cosa a la que estaba unida, usándose comúnmente como equivalente de «separar los diversos componentes de una sustancia».
Ejemplos:
- Hay que hacer una disociación entre la teoría y la práctica.
- Si queremos trabajar juntos, debemos hacer una disociación entre negocios y amistad.
Por otra parte, disociación es un término que se usa en el ámbito de la química y hace referencia a la separación de los componentes de una sustancia mediante alguna acción física o química.
- En este laboratorio vamos a estudiar la disociación del oxígeno con el hidrógeno.
Sinónimos de disociación
- Disgregación
- Separación
- Descomposición
- División
- Desagregación
Cómo se dice disociación en otros idiomas
Cómo se dice disociación en inglés: dissociation
Cómo se dice disociación en francés: dissociation
Cómo se dice disociación en portugués: dissociação
Cómo se dice disociación en italiano: distacco

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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