Cómo se escribe ¿Discusión o Discución?
Discusión y discución son palabras homófonas, esto es, que se pronuncian igual. Esto no es problema al momento de hablar pero puede serlo al momento de querer escribir con una correcta ortografía, tomando en cuenta, además, que muchas palabras en español terminan tanto en -ción como en -sión. Debemos entonces aclarar desde ya que discusión es la forma correcta de escritura, mientras que el término «discución» no existe en el idioma español.
Ahora que ya está aclarada la forma correcta de escribir la palabra, te mostramos cuál es su definición y otras importantes informaciones anexas.
Cuándo usar discusión
El significado básico de discusión es acción y efecto de discutir.
Ejemplos:
- La pareja estaba discutiendo qué hacer de cena; él quería comer en casa pero ella le apetecía salir a comer a un restaurante.
- Comenzaron una airada discusión sobre si era más correcto utilizar discusión o discursión.
Por otra parte, «discusión» también puede referirse a una conversación en donde un asunto es examinado para encontrar su solución.
Ejemplos:
- En la clase de hoy hubo una discusión sobre el rol de la madre en la familia.
- Una discusión en la cámara de diputados para llegar a una solución de la crisis.
De forma de que puedas ampliar tu vocabulario y expresarte con mayor riqueza de lenguaje, te mostramos los sinónimos de discusión:
- (Disputa argumentativa entre 2 o más personas) Contienda, bronca, reyerta, disputa, altercado, pendencia, litigio.
- (Desaveniencia) Discordia, desacuerdo, disentimiento.
- (Espacio para compartir opiniones) Debate.
¿Cómo se dice discusión en otros idiomas?
La palabra discusión se traduce en otros idiomas de la siguiente manera:
- Cómo se dice discusión en Catalán: discussió
- Cómo se dice discusión en Italiano: discussione
- Cómo se dice discusión en Inglés: discussion, argument
- Cómo se dice discusión en Francés: discussion
- Cómo se dice discusión en Portugués: discussão
- Cómo se dice discusión en Alemán: diskussion

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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