Cómo se escribe ¿Digestión o Dijestión?
Digestión y dijestión son palabras homófonas, esto es, se pronuncian igual, razón por la que la correcta ortografía al escribir no siempre es tan obvia para muchos. Debemos entonces aclarar que la palabra correcta es digestión, mientras que el término «dijestión» no forma parte del idioma español, por lo que debe evitarse escribirse incluyendo la letra «g».
Ahora que ya está aclarada la ortografía, te mostramos cómo utilizar «ajenjo» de forma adecuada.
Definición de digestión
La digestión es el proceso de transformación por hidrólisis de los alimentos en moléculas suficientemente pequeñas (nutrientes) para que atraviesen la membrana plasmática por vía mecánica o química. En este proceso participan diferentes tipos de enzimas.
En el cuerpo humano, la digestión es el proceso en que los alimentos, al pasar por el sistema digestivo, se transforman en nutrientes necesarios para su buen funcionamiento.
Ejemplos:
- Las comidas muy grasas dificultan la digestión.
- Me duele la barriga así que asumo que tengo algún problema de digestión.
Cómo se dice digestión en otros idiomas
- Cómo se dice digestión en inglés: digestion
- Cómo se dice digestión en francés: digestion
- Cómo se dice digestión en italiano: digestione
- Cómo se dice digestión en portugués: digestão
- Cómo se dice digestión en catalán: digestió

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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