Cómo se escribe ¿Diezmo o Diesmo?
En los países hispanohablantes del continente americano, la pronunciación de la letra «s» y la «z» es la misma, por lo que diezmo y diesmo se escuchan de la misma forma al hablar. Esto produce confusión al momento de saber la correcta ortografía de esta y muchas palabras, sobre todo porque hay muy pocas palabras que terminan tanto en -esmo como en -ezmo.
La palabra correcta es diezmo, mientras que, por otra parte, diesmo no existe en el español, por lo que no debes nunca escribirla terminando en -esmo. Ahora te mostramos su definición y cómo utilizarla correctamente.
Cuándo usar diezmo
El diezmo se define como la contribución que pagaban o pagan los fieles a su iglesia, consistente en la décima parte de sus frutos o ingresos. El origen del diezmo se remonta al pueblo de Israel, cuando debían donar una décima parte de sus ingresos para la mantención de todo el sistema religioso. En los días actuales, muy pocas iglesias aún recomiendan a sus fieles donar el diezmo, y entre ellas podemos nombrar a la Iglesia Presbiteriana y la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Ejemplos:
- Este mes no pude dar el diezmo a mi iglesia porque estoy cesante.
- En la Biblia se dice que Dios pedía el diezmo como muestra de generosidad por las bendiciones recibidas.
Cómo se dice diezmo en otros idiomas
- Cómo se dice diezmo en inglés: tithe, tithing
- Cómo se dice diezmo en francés: dîme
- Cómo se dice diezmo en italiano: decima
- Cómo se dice diezmo en portugués: dízimo
- Cómo se dice diezmo en catalán: delme

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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