Cómo se escribe ¿Devorar o Deborar?

La palabra «devorar» es la correcta, encontrándose en el diccionario como comer, zampar o destruir algo.
Las constantes “v” y “b” se confunden muy habitualmente en la gramática española, debido a que son homónimas, queriendo decir, que su sonido fonético es el mismo, lo cual se presta para confusiones en ciertas ocasiones.
Deborar
Esta palabra no existe en español, como así la atestigua la RAE, al no aparecer en ningún lugar. Siendo así, no debes nunca escribirla con b.
Devorar
Esta sí es la forma correcta, que significa lo siguiente:
- Dicho de un animal: Comer su presa.
- Ejemplo: El lince devoró al antílope.
- Comer algo con rapidez y premura.
- Ejemplo: Devoró las galletas como si no existiese un mañana.
- Consumir (destruir).
- Ejemplo: Las llamas devoraron toda la madera.
- Referido a una pasión apetito, sentimiento provocando violentamente.
- Ejemplo: Las ganar de beber de devoraban por dentro.
- Caminar un trayecto muy velozmente.
- Ejemplo: Devoramos 30 kilómetros en menos de dos horas.
Sinónimos de devorar
Aprende nuevas palabras con estos sinónimos de “devorar”. Primeramente te mostraremos los sinónimos para el significado de devorar como comer con rapidez y premura:
- Comer
- Engullir
- Zampar
- Tragonear
Ahora bien, en su significado de consumir algo, destruyéndolo, te mostramos más sinónimos:
- Aniquilar
- Tragar
- Quemar
- Abrasar
- Arruinar
- Asolar
- Destruir
- Despedazar
Como se dice devorar en otros idiomas
Sigue formándote con los equivalentes lingüísticos en otros idiomas de “devorar”:
- Cómo se dice devorar en inglés: devour
- Cómo se dice devorar en francés: dévorer
- Cómo se dice devorar en portugués: devorar
- Cómo se dice devorar en alemán: verschlingen
- Cómo se dice devorar en italiano: divorare
Ahora que has leído este artículo, quítate de la cabeza la palabra «deborar» y sigue mejorando tu ortografía.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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