Cómo se escribe ¿Destrozar o Destrosar?
La forma correcta de escribir la palabra es destrozar. Por otra parte, destrozar, con «s» no existe en el idioma español por lo que no debe escribirse de esta forma.
Destrozar y destrosar son palabras homófonas ya que se pronuncian de la misma forma (salvo en España), por lo que es entendible que algunos se confundan al escribirla.
Ahora que ya saber cómo escribir correctamente la palabra, te decimos cómo usarla correctamente.
Cuándo usar «destrozar»
Destrozar puede significar «despedazar, destruir o hacer trozos algo» pero también equivale a estropear, maltratar, deteriorar. En ciertos contextos, destrozar también equivale a derrotar o aplastar al enemigo o contrincante.
Ejemplos:
- Los niños son buenos para destrozar los juguetes.
- Van a destrozar este edificio viejo para luego construir uno nuevo.
- El equipo líder de la competencia está acostumbrado a destrozar a sus débiles rivales.
- La droga tiende a destrozar la vida de quienes la consumen habitualmente.
- Te voy a destrozar en el póker.
Sinónimos de destrozar
- Despedazar
- Romper
- Quebrar
- Partir
- Deteriorar
- Fracturar
- Destruir
Cómo se traduce destrozar en otros idiomas
- Cómo se dice destrozar en inglés: destroy, smash
- Cómo se dice destrozar en francés: détruire
- Cómo se dice destrozar en italiano: distruggere, rompere
- Cómo se dice destrozar en portugués: destruir
- Cómo se dice destrozar en catalán: destrossar

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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