Cómo se escribe ¿Debo o devo?
«¿Debo o devo?«, es normal que haya confusiones entre el uso de la b y la v, dado que su sonido en la pronunciación es parecido, sin embargo, hace una gran diferencia saber escribir correctamente, por lo que pon atención a cómo usar debo.
Existen otros ejemplos que llevan a confusión en el uso de esta palabra, como por ejemplo: llevo o llebo, apruebo o apruevo, habana o havana entre otros.
Devo
No es la manera adecuada de escribir esta palabra, ya que al consultar la RAE (Real Academia Española) no aparece en ningún sitio.
Debo
La palabra debo no es un sustantivo o un adjetivo, sino que una conjugación del verbo deber. Más concretamente, se refiere a la primera persona en singular (yo) del presente de indicativo. El verbo «deber» tiene muchos significados, pero cuando se conjuga en primera persona, los más comunes son ‘tener la obligación de hacer algo’ y ‘adeudar’. Veamos algunos ejemplos:
- Debo partir hacia el aeropuerto ahora mismo.
- El banco me ha dicho que debo una gran cantidad en mi crédito.
- Debo finalizar mi tarea hoy.
- Creo que no debo pedir disculpas por lo que hice.
- Si debo o no hacerlo, es decisión mía.
¿Cuál es el origen del verbo «deber»?
La palabra deber viene del latín debere y este de dehibere, formado del prefijo de- (alejamiento, privación) y el verbo habere (tener).
Sinónimos del verbo «deber»
Algunos sinónimos que puedes utilizar para sustituir este verbo son: atender, tener que, adeudar, corresponder, comprometerse a…
Cómo se dice «debo» en otros idiomas
Cuando queremos referirnos a ‘tener la obligación de hacer algo’, mostramos cómo se traduce ‘yo debo’ en otros idiomas:
- Inglés: I must
- Portugués: Eu devo
- Francés: Je dois
- Italiano: Io devo
- Alemán: Jo he

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
Deja una respuesta