Cómo se escribe ¿Cual o Cuál?
La acentuación en el español no siempre es fácil, y muchas veces el colocar una tilde o no puede hacer una gran diferencia en el sentido de la oración. Es dentro de este contexto que veremos en este artículo la diferencia entre cual y cuál, donde una forma lleva tilde y la otra no.
Algunos ejemplos de dudas que aparecen por el uso de la tilde en ciertas palabras son fe o fé, este o esté, mas o más y gracias o grácias, entre otros. Sin duda que un buen hábito de lectura te ayudará a mejorar la ortografía, además de poder ir recordando mejor cómo se escriben las palabras y su gramática.
La palabra ‘cual’, cin tilde diacrítica es un pronombre relativo que se usa para la introducción de oraciones indirectas, y cuando es precedido de un artículo determinado, forma el pronombre relativo compuesto (el cual, la cual, lo cual, los cuales, las cuales), que hace referencia a una cosa o hecho que ya se ha mencionado antes en la oración:
- La razón por la cual te llamo es que quiero preguntarte algo.
- Las cosas pasaron tal cual lo habíamos sospechado.
- Cada cual puede decir lo que le parezca.
- Esos 2 son tal para cual.
- Pedro resurgió, cual ave Fénix, de las cenizas a la gloria.
La palabra ‘cuál‘, con tilde diacrítica, se usa como pronombre para la introducción de oraciones exclamativas o interrogativas, sean directas o indirectas.
- ¿Cuál de estos perros te gusta más?
- Quiero saber cuáles son tus argumentos.
- ¡Cuál sería mi sorpresa cuando la vi después de tanto tiempo!

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.

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