Cómo se escribe ¿Cruce o Cruze?
Hoy hablaremos de cruce y cruze, 2 palabras homófonas, esto es, que suenan igual aunque se escriben diferente, lo cual puede hacer dudar a muchos sobre la opción correcta de escritura.
Otros ejemplos de palabras homófonas que confunden a muchos son «rallado o rayado» y «oferta u hoferta». Por lo tanto, deberás tener cuidado con las grafías /-c/ y /-z/ en varias palabras.
La palabra ‘cruce’ existe en la RAE y en el español, derivando del verbo ‘cruzar’, y tiene los siguientes significados:
- Paso por un mismo punto de líneas o calles.
En el cruce entre ambas avenidas hubo un fuerte accidente automovilístico. - Paso destinado a peatones.
Mejor atravesemos la calle por el cruce, es más seguro. - Primera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo cruzar.
Espero que no me cruce con ellos en la fiesta. - Tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo cruzar.
Mejor ver que ella cruce bien, para que luego lo hagamos nosotros. - Fecundación de un animal hembra por un macho de una especie o raza distinta.
Este perro es un cruce de 2 bellas razas.
La palabra ‘cruze‘ no es reconocida por la RAE, por lo que no forma parte del idioma español. Siendo así, no deberás escribir la palabra con z.
¿De dónde proviene la palabra «cruce»?
La palabra cruce, se ha formado a partir del verbo cruzar. Este proviene de la terminación en latín «-ar» que se utiliza para formar verbos, y la palabra «crux» que hace referencia a un objeto formado por dos palos cruzados.
También te será útil conocer algunos sinónimos de la palabra ‘cruce’, para enriquecer tu vocabulario: confluencia, cruzamiento, intersección, esquina, nudo, empalme, encuentro
Cómo se escribe cruce en otros idiomas
Te mostramos la traducción de la palabra ‘cruce’ en otros idiomas, en el contexto de una unión de 2 líneas o vías:
- Italiano: attraversamento
- Portugués: cruzamento
- Inglés: crossing
- Francés: passage
- Alemán: kreuzung

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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