Cómo se escribe ¿Cooperación o Coperación?
En español ocurre que muchas veces nos confundimos al intentar escribir ciertas palabras, debiendo decidir entre 2 términos muy parecidos, lo que no nos permite tener seguridad de la respuesta correcta. En este artículo te vamos a mostrar un caso típico de esta problemática al analizar cómo se escribe cooperación o coperación.
Algunos ejemplos de dudas referidas a términos muy parecidos entre sí son coordinar o cordinar, discípulo o dicípulo, esplanda o explanada y conciente o consciente, entre otros.
Coperación
Si buscamos la palabra ‘coperación‘ en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) nos encontraremos conque no existe en el idioma español. Siendo así, es incorrecto escribir frases como las siguientes:
- Coperación entre 2 gobiernos.
- Necesito más coperación de tu parte.
La forma correcta de escribir es ‘cooperación‘, con doble o. Según la RAE y otros diccionarios, cooperación se define como ‘el efecto o la acción de cooperar’, esto es, de generar entendimiento productivo entre 2 o más partes. Ejemplos:
- La cooperación entre Occidente y Asia es vital en la economía global.
- No hay mucha cooperación entre mis empleados y yo en el trabajo.
- Creo que necesitaré de tu cooperación para lavar la loza.
Sinónimos de cooperación
Seguramente has aprendido bastante en este artículo, pero pon antención a los sinónimos de cooperación, pues hará que puedas ampliar más tu vocabulario en español:
- Asistencia
- Colaboración
- Entendimiento
- Contribución
- Ayuda
- Socorro
Cómo se dice cooperación en otros idiomas
Te mostramos a continuación cómo se traduce cooperación en otras lenguas, para que te expreses mejor cuando viajes:
- Cómo se dice cooperación en inglés: cooperation
- Cómo se dice cooperación en francés: coopération
- Cómo se dice cooperación en italiano: cooperazione
- Cómo se dice cooperación en portugués: cooperação
- Cómo se dice cooperación en catalán: cooperació

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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