Cómo se escribe ¿Consenso o Concenso?
Las consonantes ‘c’ y ‘s’ tienen la misma pronunciación cuando van seguidas de las vocales -e,-i. Esto puede causarnos más de un dolor de cabeza en la escritura si no tenemos clara la ortografía causándonos en muchas ocasiones errores ortográficos evitables. En este artículo veremos un ejemplo de esta problemática al mostrarte cómo se escribe concenso o consenso.
Algunos casos que también son causados por la confusión entre la ‘c’ y la ‘s’ son sesión o cesión, absceso, abceso o abseso, concejal o consejal y desición o decisión, entre otros.
La palabra ‘concenso‘ no está registrada en la Real Academia Española (RAE) por lo que no debes escribirla de esta forma, ya que no existe en el español. Por lo tanto, si ves frases como ‘no hubo concenso para la votación’, debes saber que están incorrectas.
La forma correcta de escribir la palabra es ‘consenso‘, la cual según la RAE y otros diccionarios tiene por significado: ‘acuerdo producido por consentimiento entre varios o todos los miembros de un grupo’. Ejemplos:
- Hubo consenso para aprobar la ley de seguridad del Estado en el Congreso.
- Intentaré llegar a un consenso con la directiva respecto a este asunto.
Para que puedas también adquirir más vocabulario y expresarte mejor en tu propio idioma, pon atención a los principales sinónimos de consenso:
- Acuerdo
- Unanimidad
- Apoyo
- Consentimiento
- Aprobación
- Conformidad
- Convenio
- Beneplácito
Cómo se dice consenso en otros idiomas
Te mostramos a continuación cómo se traduce consenso en otros idiomas, para que puedas aumentar tu vocabulario en ellos:
- Cómo se dice consenso en inglés: consensus
- Cómo se dice consenso en portugués: consenso
- Cómo se dice consenso en italiano: consenso
- Cómo se dice consenso en francés: consensus
- Cómo se dice consenso en catalán: consens
¿Cómo se dice consenso o concenso? Esperamos te haya quedado claro que la forma correcta de escribir es ‘consenso’.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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