Cómo se escribe ¿Confiansa o Confianza?
La forma correcta de escritura es confianza, mientras que «confiansa» está incorrectamente escrito ya que no forma parte de nuestro idioma.
Confianza y confiansa suenan igual en la mayoría de los países hispanohablantes (salvo España), por lo que en ellos es más común que haya confusión sobre cómo escribir correctamente entre estas 2 opciones. Ahora que ya sabes la respuesta, te mostramos cómo usar «confianza» de buena forma en una frase.
Cuándo usar «confianza»
Confianza se define como «esperanza firme que se tiene de alguien o algo», «seguridad que alguien tiene en sí mismo» o «familiaridad».
Ejemplos:
- Te tengo mucha confianza; sé que vas a triunfar.
- Pedro es un amigo de mucha confianza.
- No caigas en una confianza excesiva. Debes ser más humilde.
- La confianza es una cualidad que debe ganarse con el tiempo.
- Nadie te ha dado tanta confianza para hablarle así.
Sinónimos de confianza
Cuando confianza se refiere a la seguridad que se tiene en uno mismo, te mostramos sus principales sinónimos:
- Seguridad
- Decisión
- Determinación
- Empuje
Cuando confianza se define como «familiaridad», sus sinónimos son:
- Intimida
- Franqueza
- Naturalidad
- Llaneza
- Cordialidad
Cómo se dice confianza en otros idiomas
Cuando confianza se refiere a la esperanza firme que se tiene de alguien o algo, te mostramos cómo se traduce:
- Cómo se dice confianza en inglés: confidence
- Cómo se dice confianza en catalán: confiança
- Cómo se dice confianza en portugués: confiança
- Cómo se dice confianza en francés: confiance
- Cómo se dice confianza en italiano: fiducia

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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