Cómo se escribe ¿Cogió o Cojió?
En la búsqueda de una escritura adecuada, «cogió» es la forma oficial, que se deriva del infinitivo «coger», significando recolectar, agarrar o albergar una cosa.
Aunque el sonido de la “g” fuerte suena igual que una “j”, no está de más recordar que si el infinitivo termina en “-ger”, como en este caso, se escribe con “g”, menos tejer y sus compuestos.
Cojió
Por mucho que busques esta palabra no se encuentra en la RAE (Real Academia Española), ya que no está bien escrita.
Cogió
Ahora sí que has acertado, tal y como indica la RAE es la forma correcta de redactar, y significa lo siguiente:
- Agarrarse de algo o de alguien.
- Ejemplo: Cogió a su hermano de la mano.
- Recolectar alguna cosa.
- Ejemplo: Cogió frescas frutas del árbol silvestre.
- Capacidad para albergar cierta cantidad de espacio.
- Ejemplo: En la maleta cogió toda la ropa que necesitaría para el viaje.
- Ponerse enfermo o comenzar a mostrar síntomas de flaqueza física y/o mental.
- Ejemplo: Cogió un buen resfriado por andar poco abrigada.
Sinónimos de cogió
Siempre se puede mejorar en la escritura, y una buena forma, es memorizar unas cuantas variantes de cada palabra:
Asir, agarrar, sujetar, caber, ocupar, abarcar, contener, recolectar, cosechar, capturar, atrapar, pillar, pescar, sorprender, atropellar, descubrir, captar, penetrar, llegar, alcanzar.
Cómo se dice “cogió” en otros idiomas
Empápate de vocabulario con las traducciones de esta palabra en otras lenguas:
- Cómo se dice “cogió” en inglés: caught
- Cómo se dice “cogió” en francés: il a pris
- Cómo se dice “cogió” en portugués: tomado
- Cómo se dice “cogió” en italiano: preso
- Cómo se dice “cogió” en alemán: genommen
Así pues, “cojió” no es una palabra existente en nuestro vocabulario, por tanto, no la utilices.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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