Cómo se escribe ¿Caracterisar o Caracterizar?
La forma correcta de escritura es caracterizar, mientras que el término «caracterisar» no existe en el idioma español, razón por la que no debes escribirlo terminando en -sar. En los países de América en donde se habla español, la pronunciación de caracterizar y caracterisar es la misma, por lo que es esperable que muchos no tengan seguridad sobre la correcta ortografía al escribirlas.
Ahora que ya sabemos la palabra correcta, te vamos a mostrar su definición, algunos ejemplos y otras importantes informaciones.
Cuándo usar caracterización
Caracterización se define como la acción y efecto de caracterizar o caracterizarse. Este verbo, a su vez, significa: «determinar los atributos peculiares de alguien o de algo, de modo que claramente se distinga de los demás».
Ejemplos:
- Ella hizo una caracterización de mi personalidad que encuentro que fue injusta.
- No puedo hacer una caracterización de esta especie de perro porque no soy veterinario.
- Esta película logró una gran caracterización de la sociedad inglesa de principios de siglo XX.
Caracterización también se refiere a la representación del papel por parte de un actor con la verdad y fuerza de expresión necesarias para reconocer al personaje representado, así como al maquillaje de la cara o vestidura conforme al tipo o figura que ha de representar..
- La caracterización de Drácula por parte del actor significó que lo tuvieran que maquillar por más de 2 horas.
Cómo se dice caracterización en otros idiomas
- Cómo se dice caracterización en inglés: characterisation
- Cómo se dice caracterización en francés: reconstitution
- Cómo se dice caracterización en italiano: caratterizzazione
- Cómo se dice caracterización en catalán: caracterització
- Cómo se dice caracterización en portugués: caracterização

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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