Cómo se escribe ¿Calabozo o Calaboso?
La palabra correcta es calabozo mientras que, por otra parte, el término «calaboso» no existe en el español. Ambas palabras suenan igual por lo que esto puede confundir a muchos al momento de saber la correcta ortografía al escribir. Ahora que quedó aclarada la palabra correcta, te enseñamos cómo utilizarla adecuadamente.
Cuándo usar calabozo
Calabozo se define como un lugar seguro, generalmente lóbrego e incluso subterráneo, donde se encierra a determinados presos, o bien un aposento de cárcel para incomunicar a un preso.
Ejemplos:
- En esta prisión los calabozos son individuales.
- Al periodista opositor lo encerraron en el calabozo sin juicio alguno.
Sinónimos de calabozo
- Prisión
- Celda
- Cárcel
- Mazmorra
Cómo se dice calabozo en otros idiomas
- Cómo se dice calabozo en inglés: cell
- Cómo se dice calabozo en francés: cellule
- Cómo se dice calabozo en italiano: cella
- Cómo se dice calabozo en portugués: calabouço
- Cómo se dice calabozo en catalán: calabós

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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