Cómo se escribe ¿Cábala o Cávala?
Hoy hablaremos de las palabras «cábala» y «cávala», que suenan casi igual (por lo que no son palabras homófonas) pero que ciertamente sólo una opción de escritura es correcta. Algunos ejemplos de dudas de escritura en relación al uso de la ‘b’ y la ‘v’ son bamos o vamos, vasto o basto, recoge o recoje y gravar o grabar, entre otros.
Cávala
La palabra “cávala” no existe en la RAE por lo que debes evitar su uso. A continuación te mostramos la forma correcta de escribir la palabra y sus distintos significados.
Cábala
“Cábala” es la forma correcta de escribir la palabra, y a continuación te mostramos las definiciones y significados de esta palabra según la Real Academia Española (RAE):
- Suposición o conjetura sobre algo.
Ejemplo: Hicieron todo tipo de cábalas para dilucidar el misterio. - Adivinación de tipo supersticioso.
Ejemplo: A ella le gustaba hacer cábalas sobre lo que le deparaba el futuro. - Maquinación, intriga.
Ejemplo: Se valió de todo tipo de cábalas para destronar al rey. - Sistema de interpretación de tipo místico sobre el Antiguo Testamento (Cabalá).
Ejemplo: Ella frecuenta estudios de Cábala en la comunidad judía.
Sinónimos de Cábala
La palabra “cábala” tiene varios sinónimos, los que te recomendamos aprender para ampliar y enriquecer tu vocabulario, mostrándotelos de forma ordenada según el significado de cábala:
- (Supersitición) adivinación, sortilegio
- (Conjetura) suposición
- (Intriga) maquinación, enredo, complot, conjuración
¿Cómo se dice cábala en inglés y otros idiomas?
Te mostramos la traducción de cábala al inglés dependiendo de su significado en español:
- Suposición, conjetura: guess, conjecture, supposition
- Adivinación: prediction, divination, fortune-telling
- Corriente de estudio mística judía: Cabbala, Cabala
Cábala en otros idiomas
- Italiano: cabala
- Portugués: cabala
- Alemán: kabale
- Catalán: càbala
- Inglés: cabal
- Francés: cabale
¿Cómo se escribe: cávala o cábala? Esperamos te haya quedado claro que la forma correcta es ‘cábala’.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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