Cómo se escribe ¿Avalar o Abalar?
En español es normal confundirse entre la ‘b’ y la ‘v’ en la escritura de algunas palabras pues ambas consonantes tienen una pronunciación parecida (pero no idéntica). En este artículo abordaremos un caso típico de esta problemática mostrándote cómo se escribe abalar o avalar.
Algunos ejemplos de dudas de escritura en relación al uso de la ‘b’ y la ‘v’ son revelar o rebelar, iba o iva, resbalar o resvalar y bote o vote, entre otros. La mejor forma de aclarar estas dudas es teniendo un buen hábito de lectura diario.
Enseguida te mostramos entonces cómo se escribe abalar o avalar.
El verbo ‘avalar‘ es reconocido por el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) y se define como ‘garantizar por medio de un aval’. Ejemplos:
- Para pedir el préstamo alguien te debe avalar.
- Pedí a mi socio para avalarme en el proceso de compra de ese inmueble con el banco.
Asimismo, avalar también puede definirse como ‘otorgar reconocimiento a alguien’:
- Nuestros trabajos avalan nuestra calidad.
El verbo ‘abalar‘ no existe en el idioma español al no ser reconocido por la RAE, por lo que no debes escribirlo con b.
Para que puedas enriquecer tu vocabulario en español, pon atención a los sinónimos de avalar:
- Endosar
- Apoyar
- Firmar
- Fiar
- Apalabrar
- Acreditar
- Garantizar
- Respaldar
Cómo se dice avalar en otros idiomas
El verbo avalar tiene la siguiente traducción en otras lenguas:
- Cómo se dice avalar en inglés: cosign, co-sign, guarantee
- Cómo se dice avalar en francés: avaliser
- Cómo se dice avalar en italiano: cofirmare
- Cómo se dice avalar en portugués: avalizar
- Cómo se dice avalar en catalán: avalar
Cómo se conjuga el presente de avalar
Siempre es importante poder conjugar bien los verbos, y aquí no es la excepción. Te mostramos cómo se conjuga entonces el presente de indicativo del verbo avalar:
- Yo avalo
- Tú avalas
- Él avala
- Nosotros avalamos
- Vosotros avaláis
- Ellos avalan

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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