Cómo se escribe ¿Ascendencia o Acendencia?
La forma correcta de escribir es ascendencia, con «sc». Por otra parte, es incorrecto escribir acendencia, puesto que esta palabra no existe en nuestro idioma.
Ascendencia y acendencia son palabras homófonas, porque tienen la misma pronunciación. Esto provoca que haya confusiones en cómo escribir de la manera correcta. Ahora que ya sabes la palabra correcta, te enseñamos a usarla.
Cuándo usar ascendencia
Ascendencia se define como la serie de ascendientes o antecesores de alguien, esto es, el linaje de antepasados de una persona.
Ejemplos:
- Mi ascendencia paterna es de Canadá.
- Este príncipe en realidad no tiene ascendencia real.
- Es un conde con una fuerte ascendencia aristocrática.
Por otra parte, ascendencia se define como la influencia que ejerce un apersona sobre otra:
- Mi maestro tiene mucha ascendencia sobre mí.
- Es un patriarca con mucha ascendencia sobre su familia.
Sinónimos de ascendencia
- Cuna
- Origen
- Alcurnia
- Linaje
- Familia
- Casta
- Genealogía
- Antepasados
- Sangre
- Abolengo
Cómo se dice ascendencia en otros idiomas
- Cómo se dice ascendencia en inglés: ancestry, origin
- Cómo se dice ascendencia en portugués: ascendência, estirpe
- Cómo se dice ascendencia en italiano: lignaggio
- Cómo se dice ascendencia en francés: ascendance
- Cómo se dice ascendencia en catalán: ascendència

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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