Cómo se escribe ¿Aprendiz o Aprendis?
La forma correcta de escritura es aprendiz, mientras que, por otra parte, «aprendis» no existe en el idioma español, razón por la que nunca se debe escribir con «s». En todo los países hispanohablantes de América, la pronunciación de las letras «s» y «z» es la misma, lo que implica en que haya confusiones en muchos sobre la correcta ortografía. Ahora que ya sabemos que «aprendiz» es la palabra correcta, te mostramos su definición y más.
Definición de aprendiz
Aprendiz se define como la persona que aprende algún arte u oficio, pero también puede referirse a la persona que, a efectos laborales, se halla en el primer grado de una profesión manual, antes de pasar a oficial.
Ejemplos:
- El carpintero trabaja con un aprendiz que le ayuda en las labores más simples.
- No soy un guitarrista profesional, solo soy un aprendiz.
Sinónimos de aprendiz
- Alumno
- Discípulo
- Novicio
- Inexperto
- Novato
- Principiante
- Estudiante
- Practicante
- Iniciante
Cómo se dice aprendiz en otros idiomas
- Cómo se dice aprendiz en inglés: apprentice, trainee
- Cómo se dice aprendiz en francés: apprenti
- Cómo se dice aprendiz en italiano: apprendista
- Cómo se dice aprendiz en portugués: aprendiz
- Cómo se dice aprendiz en catalán: aprenent

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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