Cómo se escribe ¿Amoblar o Amueblar?
En el español hay muchos verbos que nos resultan complicado escribirlos ya que comienza a asaltarnos la duda sobre si es de una u otra forma que hayamos visto por ahí. Es el caso que veremos en este artículo, en donde veremos cómo se dice: amoblar o amueblar.
Algunos ejemplos de dudas relativas a la escritura de palabras entre 2 opciones muy parecidas son novecientos o nuevecientos, reembolsar o rembolsar, experto o esperto y callar o cayar, entre otros.
La palabra amueblar es reconocida por el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) por lo que existe en el español y significa ‘dotar o llenar de muebles un lugar’. Ejemplos:
- Vamos a amueblar mi departamento nuevo este fin de semana.
- Necesitamos amueblar el cuarto de huéspedes para poder recibir gente.
Al contrario de lo que muchos podrían pensar, la palabra ‘amoblar‘ también es reconocida por la RAE, pudiendo usarse indistintamente junto a ‘amueblar’. El uso mayoritario de uno u otro término vendrá a estar determinado por la región donde se viva.
- Es necesario amoblar la casa de veraneo para poder dejarla operativo.
- Amoblar una oficina para su arriendo.
De manera de poder mejorar tu vocabulario, te será útil ver los sinónimos de amueblar:
- Moblar
- Ornamentar
- Alhajar
- Adornar
- Amoblar
Cómo se dice amueblar en otros idiomas
De manera de ampliar tu vocabulario en otros idiomas, te contamos cómo se traduce amueblaren algunas lenguas europeas:
- Cómo se dice amueblar en inglés: furnish
- Cómo se dice amueblar en francés: meubler
- Cómo se dice amueblar en italiano: ammobiliare
- Cómo se dice amueblar en portugués: mobiliar
- Cómo se dice amueblar en catalán: moblar

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.

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