Cómo se escribe ¿Alrededor o Al rededor?
Muchas veces nos confundimos al intentar escribir una locución adverbial, no sabiendo si va toda junta o bien separada, lo cual es causante de muchos errores ortográficos. El caso que veremos hoy tiene relación con este problema, y en este artículo vemos si escribir alrededor o al rededor.
Algunos ejemplos de dudas que aparecen por no saber muchos si escribir todo junto o bien separado, son amenudo o a menudo, a pesar o apesar, sobretodo o sobre todo y antemano o ante mano, entre otros.
La palabra ‘al rededor‘, con un espacio, es reconocida por el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) por lo que puedes escribirla de ese modo. La palabra ‘rededor’, por otra parte, sí forma parte del idioma español y vendría a significar ‘contorno’.
La palabra ‘alrededor‘ también es reconocida como válida por parte de la Real Academia Española, si bien se recomienda escribirla más de este modo, con un espacio. ‘Alrededor‘ vendría a significar ‘en torno a una cosa o persona, rodeándola por completo’. Ejemplos:
- Coloqué una reja metálica alrededor de mi parcela.
- Había hormigas alrededor de la miga del pan en el suelo.
Normalmente, ‘alrededor‘ se aplica a cifras o tiempos, significando ‘aproximadamente’. Ejemplos:
- El televisor costó alrededor de 200 pesos.
- Tardaré alrededor de media hora en llegar a tu casa.
¿De dónde proviene la palabra «alrededor»?
La palabra «alrededor» proviene de la unión de varias partículas procedentes del latín: al- (contracción a+el), de- y redor (hacia atrás).
Sinónimos de la palabra «alrededor»
Los sinónimos más habituales de la palabra «alrededor» son: en torno a, aproximadamente, más o menos.
Cómo se dice ‘alrededor’ en otros idiomas
Te mostramos cómo se traduce la locución ‘alrededor’ en otros idiomas europeos, en su sentido de ‘aproximadamente’:
- Italiano: intorno a
- Francés: autour de
- Alemán: um
- Inglés: around
- Portugués: em torno de

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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