Cómo se escribe ¿Alcón o Halcón?
Hoy hablaremos de una duda que asalta a algunas personas, y que se relaciona con no saber si ella va o no con la ‘h’ muda al comienzo, y hablamos de alcón o halcón. Esta palabra sabemos que se refiere a la famosa ave cazadora que es el animal símbolo de Estados Unidos, entre otros honores. Al ser la ‘h’ una palabra muda, esto confunde a muchas personas sobre cómo escribir esta y muchas otras palabras, y entre algunas famosas dudas están deshecho o desecho, alzheimer o alzeirmer y armonía o harmonía.
Alcón
La palabra ‘alcón’, sin h, no existe en el idioma español al no ser reconocida como válida por la Real Academia Española (RAE). Siendo así, debes evitar su escritura de esta forma.
Halcón
La palabra ‘halcón‘, con h, sí es reconocida por la RAE y por lo tanto existe en el lenguaje español. Te mostramos entonces el significado de halcón:
- Ave rapaz diurna de la que hay varias especies, que se destaca por su rápido y explosivo vuelo, teniendo un pico fuerte y curvo, cabeza pequeña, alas largas y puntiagudas. Se alimenta preferentemente de roedores.
Ejemplo: El halcón se echó a volar para perseguir su presa.
Cuáles son los tipos de halcones
Hay una gran diversidad de tipos de halcones, y te mostramos una lista con los principales:
Cómo se escribe halcón en otros idiomas
Te mostramos cómo se escribe halcón en los principales idiomas europeos:
- Francés: faucon
- Italiano: falco
- Catalán: falcó
- Inglés: falcon
- Portugués: falcão
- Alemán: falke

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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