Cómo se escribe ¿Agito o Ajito?
Las letras ‘g’ y ‘j’ tienen la misma pronunciación cuando van seguidas de las vocales e, i. Esto puede no ser un problema al hablar pero sí puede serlo al escribir, si no tenemos claro cómo hacerlo, pudiendo incurrir en errores ortográficos. En este artículo veremos un caso de esta problemática al mostrarte en detalle cuál es la diferencia entre ajito y agito.
Algunas dudas de escritura interesantes de revisar en torno al uso de la ‘g’ y la ‘j’ son jirafa o girafa, dirigo o dirijo, cojo o cogo y elegir o elejir, entre otros. Pon atención porque te mostramos cómo se escribe: ajito o agito.
Si buscamos ‘ajito’ en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), veremos que no se encuentra registrado allí, pero esto se debe a que la RAE normalmente no registra los diminutivos, y en este caso tenemos que ajito es el diminutivo de ajo, por lo que puede ser muy usado en el hogar o el mundo de la cocina. ejemplos:
- Pásame un ajito para colocarlo en la sopa.
- Un toque de ajito y verás cómo cambia el sabor.
Por otra parte, el término ‘agito’ no lo encontrarás en ningún diccionario como sustantivo, ya que se refiere a una conjugación verbal. Más concretamente, ‘agito’ corresponde a la primera persona en singular (“yo”) del verbo agitar.
- Normalmente agito la leche antes de consumirla.
- Si me agito mucho me tiende a subir la presión.
Cómo se conjuga el presente del verbo agitar
Ahora que ya sabes que ‘agito’ proviene del verbo agitar, entonces pon atención a cómo se conjuga el presente de indicativo de este verbo:
- Yo agito
- Tú agitas
- Él agita
- Nosotros agitamos
- Vosotros agitáis
- Ellos agitan
Esperamos te haya quedada clara la diferencia entre ajito y agito, sabiendo que ambas palabras pueden ser usadas en el español, pero en contextos diferentes.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
Deja una respuesta