Muchas veces queremos escribir un adjetivo o adverbio en español, y no tenemos certeza de cómo hacerlo al tener dudas sobre si debe ser escrito de forma junta o separada (lo que al hablar no nos da problemas pues suena igual). En este artículo veremos un interesante caso de aquello al analizar cómo se escribe: afin, afín o a fin, 3 formas posibles que suenan de forma idéntica.
Algunos ejemplos interesantes de dudas de escritura en relación a escribir términos de forma junta o separada son aun que o aunque, dar a basto o dar abasto, sin fin o sinfín y aprisa o a prisa, entre otros. Te mostramos entonces a continuación cómo se escribe: afin, a fin o afín.
La secuencia ‘a fin’ existe en el español, pero debe ir siempre seguida de la preposición de, para que pueda tener algún significado. Por lo tanto, la locución conjuntiva a fin de equivale a decir ‘con el fin de’, ‘con el objeto de’, ‘para’, ‘por’ o ‘con el propósito de’. Estas formas equivalentes se deben a que el término fin también significa ‘objetivo’ o ‘meta’. Ejemplos:
- Lo dijo de forma suave a fin de [para] quedar bien con el resto.
- Comió rápido a fin de [con el propósito de] poder salir lo antes posible a la calle.
- A fin de [con el fin de] que podamos ser exitosos, es necesario trabajar duro primero.
Afín
Por otra parte, el término afín es un adjetivo cuya definición según la RAE es ‘próximo o contiguo’, esto es, se puede referir a algo que está adyacente o al lado de otra cosa similar. Su plural es afines. Ejemplo:
- El terreno afín a mi huerto es mucho más atractivo para invertir que el campo que dices.
También podemos definir afín como ‘que tiene afinidad o cosas en común con otro u otros’, esto es, se usa para referirse a alguien que se lleva bien de forma natural con otra persona, aunque sea en un aspecto específico de la relación (como gustos, ideas, forma depensar, personalidad, etc.). En otras palabras, podría equivaler a decir ‘parecido’ o ‘semejante’, sea para cosas o personas. Ejemplos:
- Su personalidad es muy afín a la mia.
- Tenemos gustos afines con mi novia, por lo que siempre estamos de acuerdo en los panoramas.
- Estudié Contabilidad porque quería desempeñarme en un área afín a la Ingenieria Comercial.
Por último, afín también tiene el significado de ‘pariente por afinidad’ o ‘compañero por afinidad’. Ejemplos:
- Pedro es mi afín aquí en el trabajo.
- todos los afines a la familia fueron invitados para Año Nuevo.
El término afin, sin tilde, no existe en el español por lo que es una forma incorrecta de escribir la palabra. Aun cuando veas frases como ‘ella tenía una personalidad afin a la mia’ o ‘su gusto por la comida es afin al mio’, debes saber que al no tener tilde, estás escribiendo con falta de ortografía.
Dado que el adjetivo afín es muy utilizado es español, será importante que puedas también conocer sus principales sinónimos, para dominar mejor su uso:
- (Parecido) Semejante, similar, análogo.
- (Que está al lado de) Contiguo, adyacente, colindante, próximo, cercano, concomitante, vinculado.
- (Pariente o compañero por afinidad) Allegado, deudo, ascendiente, consanguíneo, pariente, compatible.
Cómo se dice afín en otros idiomas
Para que puedas expresarte también con mayor riqueza de vocabulario en otras lenguas, pon atención a cómo se traduce afín en otros idiomas, en su significado principal de ‘semejante’ o ‘parecido’.
- Cómo se dice afín en inglés: related
- Cómo se dice afín en francés: commun(e), analogue.
- Cómo se dice afín en italiano: collegato
- Cómo se dice afín en portugués: afim
- Cómo se dice afín en catalán: afí
Esperamos te haya quedado claro la diferencia entre afín y a fin (de), sabiendo que la primera palabra es un adjetivo que puede equivaler a decir ‘semejante’ o ‘parecido’, mientras que la locución ‘a fin (de)’ equivale a decir ‘con el objeto de’ o ‘para’. Te recordamos que la palabra afin, sin tilde, no existe en español.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.