El número 3250 se escribe en letras de la siguiente manera Tres mil doscientos cincuenta.
O sea, si se precisa saber de qué manera se debe escribir 3250 en letras, ya sea pues se precisa saber como se lee con corrección o de qué forma debe ser transcrito de manera correcta se va a deber tener en consideración que la manera correcta de «convertir» el 3250 en letras sería Tres mil doscientos cincuenta.
¿Cuándo se usa la escritura de los números en letras?
El uso del 3250 en formato de texto va a depender de la tipología del contenido:
- En los textos que sean de carácter científico o técnico, se recomienda el uso de cifras porque es mas claro y sucinto, por ejemplo el 3250.
- En los textos literarios, las reglas ortográficas recomiendan usar letras, en un caso así «Tres mil doscientos cincuenta», para aquellas cantidades con un valor igual o inferior a cien, los números que se escriben con una sola palabra y los números redondos que se expresen en dos palabras
Se debe tener en consideración que estas son recomendaciones de escritura, no obstante, lo esencial es que exista una homogeneidad en la forma en la que se redacte un texto con las diferentes cifras que se vayan a utilizar.
¿Existe otra forma de redactar el número 3250 en letras?
No, la única forma adecuada de escritura de este número impar será Tres mil doscientos cincuenta. Esto es, no existen múltiples formas de transcribir o vocalizar esta cantidad.
No obstante, a veces puede tergiversarse el interrogante de «¿Cómo redactar el número 3250 en letras?» dando por defecto como respuesta la manera en la qué se debe escribir el número utilizando las letras, y verdaderamente lo que se desee conocer es la manera en la qué escribe el 3250 en nomenclatura romana.
Al escribir un valor utilizando números romanos se usa letras. En consecuencia, en este caso para escribe en nomenclatura romana el 3250 se deberá usar el símbolo o símbolos DCXXIII, ya que esta combinación de caracteres equivalen a Tres mil doscientos cincuenta en numerología romana.
Trucos para saber como se escribe el número 3250 en letras:
Los números cardinales:
Cuando escribimos una obra literaria o un texto no técnico, la R.A.E. nos aconseja que escribamos los números cardinales con letras, a no ser que se trate de un número muy complejo. Esto es, se van a escribir con letras aquellos números que puedan expresarse en tres palabras o menos:
María tiene cuarenta años, ha escrito cuatro novelas y es profesora. En su clase hay treinta y tres alumnos, a los que les ha dicho un millón de veces que deben portarse bien.
Por otro lado, cuando el número a redactar es más largo o complejo, se escribirá con cifras:
María vive en un pueblo de 25 957 habitantes y cobra 1859 euros al mes.
OJO: no sé si os habéis fijado, pero los números del último ejemplo no llevan un punto o una coma apartando los millares (25.957 o 1.859). Sé que resulta extraño, pero la nueva normativa de la R.A.E. afirma que los números de 4 cifras NO van a llevar separación (1859) y los números de cinco cifras o más NO llevarán ni puntos ni comas, sino más bien una separación (25 957 o 1 trescientos cuarenta y tres trescientos noventa y dos).
Siempre con cifras:
Existen algunos casos en los que hay siempre y en todo momento que escribir en cifra y no en letra, como el caso de los porcentajes superiores a diez:
El seis por ciento de los niños no ha traído los deberes.
Otra salvedad que se escribe siempre y en toda circunstancia con una cantidad es la de los números que van tras el substantivo al que se refieren:
María va por la página 3 del libro y duerme en la habitación 130 del hotel.
El 94 por ciento de los niños ha traído los deberes hechos.
Los porcentajes menores pueden escribirse con letras o con números, según prefiera el escritor, siendo siempre más recomenrable para una novela la escritura en letras:
Mezcla de cifras y letras:
La R.A.E. nos recomienda que, por lo menos en la escritura de ficción (novela, relato, etc.), procuremos NO entremezclar en un mismo enunciado cifras por un lado y números escritos con letra por otro. Esto es, que si tenemos en exactamente el mismo parágrafo o en dos párrafos próximos un número fácil y otro complejo, es mejor escribirlo todo con números:
María tiene 40 años, ha escrito 4 novelas y cobra 1859 euros al mes.
Los ordinales:
Finalmente, me gustaría hacer mención a los ordinales, que en una obra literaria se escribirán siempre con letras:
María vive en un primer piso y escribe su quinta novela.
Las horas:
En textos literarios, es mejor que intentemos redactar siempre y en toda circunstancia la hora con letras:
María salió del trabajo a las cinco menos diez por el hecho de que había q\\uedado con Pedro a las cinco y cuarto.
Las fechas:
Lo normal, incluso para obras literarias, es escribirlas con cifras de la próxima manera:
“María nació el 21 de Septiembre de 1985.
OJO: el año va sin punto de separación, como vimos antes que se hacía para la representación de los números de 4 cifras.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.