Cómo se escribe 18: ¿Dieciocho o Diez y ocho?
Muchas veces nos confundimos al no saber si poner un espacio entre 2 términos o si escribirlo como una sola palabra. Esto sucede en muchos casos como sobretodo o sobre todo aveces o a veces, entre otros. En este artículo veremos un ejemplo más de esto y analizaremos la forma correcta de escritura entre dieciocho y diez y ocho; ambas haciendo referencia al número 18.
Dieciocho
La palabra ‘dieciocho’ existe en el español al estar en la Real Academia Española (RAE), y su definición oficial principal es: «diez más ocho«. Ahora bien, la RAE también da algunos otros significados, todos en referencia al número 18:
2. Decimoctavo. Año dieciocho- Apl. a los días del mes. Ejemplo: El dieciocho de agosto.
3. Número natural que sigue al diecisiete. Ejemplo: El número complementario es el dieciocho.
4. Conjunto de signos con que se representa el número dieciocho.
5. Sexta hora después de las doce del mediodía. Ejemplo: Son las dieciocho treinta.
Cómo se dice dieciocho en otros idiomas
- Cómo se traduce dieciocho en inglés: eighteen
- Cómo se traduce dieciocho en italiano: diciotto
- Cómo se traduce dieciocho en francés: dix-huit
- Cómo se traduce dieciocho en portugués: dizoito
Diez y ocho
La forma ‘diez y ocho’, toda separada en 3 términos está incorrecta por lo que no debes escribirla de este modo.
Cómo escribir los números
Un dato interesante que te ayudará a escribir bien no solamente el número dieciocho (18), sino también otros números, es saber que desde el 0 al 30 siempre se escriben los términos en una sola palabra. ejemplo: dieciséis, …, veintiuno, …, veinticuatro, …, veintinueve, treinta.
A partir del número treinta (30), entonces, se deberá escribir el número con una separación. ejemplo: treinta y uno, …, treinta y siete, …, cuarenta y dos, etc. Esta regla te permitirá no tener dudas sobre cuándo colocar y cuándo no un espacio.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
Deja una respuesta