Cesar es un verbo que se emplea con el significado de interrumpir o acabar una cosa, de dejar de desempeñar un cargo o de destituir a alguien de su empleo. César, en cambio, es un sustantivo que significa 'emperador'.
Cesar y césar son palabras parónimas, pues pese a que son muy similares, difieren ligeramente en la pronunciación.
Cuándo usar cesar
Cesar es un verbo; significa interrumpirse o acabar algo, dejar de desempeñar un puesto de trabajo, o destituir a alguien de su empleo. La palabra, como tal, proviene del latín cessāre.
Por ejemplo:
- La policía les pidió cesar la bulla, porque no dejaba dormir a los vecinos.
- Uno de los empleados anunció que va a cesar el próximo mes.
- Amenazaron con cesar al que no cumpliera puntualmente con sus deberes.
Cuándo usar césar
César es un sustantivo masculino; se usa en referencia al emperador de Roma. En su origen, césar fue un nombre familia trasformado en un distintivo especial para el jefe supremo del Imperio romano. La palabra deriva del nombre propio latín Caesar, Caesăris.
Por ejemplo:
- El césar llamó a sus consejeros.
- El plebeyo se soñó césar.

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.

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