¿A través, através, a travez o atravez?【RESPUESTA FÁCIL】+ EJEMPLOS
Muchas veces usamos palabras con mucha frecuencia pero al momento de escribirlas nos saltan algunas dudas. En este artículo veremos un ejemplo de aquello al observar cuál es la forma correcta de escritura: a través, através, atravez o a travez. Claro está, todas las opciones suenan igual; de ahí la confusión que puede producirse.
A través: la forma correcta
De todas las opciones presentadas, la forma correcta es a través, que como puedes ver comprende dos palabras separadas, y siempre debe llevar tilde. Siendo así, no debes nunca escribirla junta ni tampoco con la -z- al final.
La locución adverbial » a través» va además siempre seguida de la preposición «de», y tiene varias definiciones. La primera definición hace referencia a algo que pasa de un lado a otro. Ejemplos:
- El perro pasó a través de la muchedumbre sin ser visto
- Crucé la calle a través del paso peatonal
Otra definición de «a través de» puede usarse en el sentido de «por intermedio de». Ejemplos:
- Me he comunicado con ella a través del whatsapp
- A través de puro esfuerzo he logrado lo que quería
- Conseguí el trabajo a través de un contacto
Como ves, el significado de la locución «a través» estará dado por el contexto de la frase.
¿De dónde proviene la palabra «a través»?
La palabra «a través» tiene su origen en la palabra en latín transversus que quiere decir «atravesado».
Sinónimos de a través
Algunos de los sinónimos más habituales de la palabra «a través» son: por medio de, por entre, por intermedio de, a lo largo de, por mediación de, a lo largo de…
Cómo se dice «a través» en otros idiomas
Te será de utilidad saber cómo traducir «a través» en otros idiomas:
- Italiano: attraverso
- Portugués: através
- Inglés: through
- Francés: à travers
- Alemán: durch

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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