Los sufijos son morfemas que se añaden detrás de un lexema. Las palabras se forman por morfemas (unidad mínima de significado) y el lexema es el morfema que le da significado a la palabra.
Por ejemplo, en la palabra campanilla, tenemos un morfema que actúa como lexema (campana) y otro morfema (illa) que actúa como sufijo.
Los sufijos se dividen en dos grupos: flexivos y derivativos. A continuación, vamos a ver ejemplos de cada uno de ellos.
Sufijos flexivos
Nos dan información sobre número (singular y plural) y género (masculino y femenino):
Sufijo | Ejemplos |
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-o (masculino) | gato, perro, chico, pequeño, alto, listo, incauto, simpático, temerario, perezoso, castaño, moreno, claro, rojo, |
-a (femenino) | buena, baja, rápida, hermosa, cansada, contenta, amena, vaga, trabajadora, atenta, rubia, pelirroja, morena, amarilla |
-s/-es (plural) | muchos, peces, barcos, camas, sillones, móviles, árboles, vasos, leones, tiburones, toros, cafés, plantas, zapatos, puertas, relojes, alemanes, móviles, ordenadores, carros. |
Sufijos derivativos
Estos sufijos pueden cambiar la categoría gramatical de la palabra, creando palabras nuevas. A continuación, vamos a ver ejemplos de los sufijos más habituales.
Sufijos despectivos
Sufijo | Ejemplos |
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-ajo/-aja | pequeñajo, escupitajo, espumarajo, pintarrajo |
-ucho/-ucha | casucha, feúcho, serrucho, delgaducho, delgaducho, flacucha |
-ote/-ota | brutote, cabezota, malote |
-ón/-ona | cabezón, barrigón, narizona, besucón, respondona, zampón, peleona |
-azo/-aza | bocazas, manazas, cabronazo |
-aco/-aca | libraco, pajarraca, bicharraco |
-eco/-eca | virueco, chapaneca, tuntuneco, totoreca, cacreco, burreco, pelleca |
Sufijos apreciativos y diminutivos
Sufijo | Ejemplos |
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-ito/-ita | perrito, gatita, florecita, cochecito, ratoncito, camisita, dedito, sombrerito, pequeñita, espejito |
-illo/-illa | chiquillo, carretilla, cancioncilla, pajarillo, camilla, mesilla, periquillo, musiquilla, panecillo |
-ín/-ina | pequeñín, chiquitina, chavalín, chatina, futbolín, monín |
Sufijos aumentativos
Sufijo | Ejemplos |
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-ón/ona | zapatón, caserón, mujerona, peliculón, cajón, sillón, cebollón. |
-ote/-ota | muchachote, grandote, pequeñote, naranjota |
-azo/-aza | temazo, fotaza, cochazo, paellaza, cuerpazo, novelaza |
Sufijos en gentilicios
Sufijo | Ejemplos |
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-ano/-ana | cubano, venezolana, valenciano, peruana, italiano, ecuatoriana, boliviano, dominicana, australiano, colombiana, romano |
-eño/-eña | limeño, panameña, jalapeño, brasileña, congoleño, extremeña, hondureño, madrileña, salvadoreño |
-és/-esa | boloñesa, danés, inglesa, cordobés, francesa, milanesa, japonés, irlandesa, senegalés, albanesa, escocés, genovesa, portugués |
-eco/-eca | guatemalteco, yucateco, chipaneco, tepozteco, acatleco |
-ense | nicaragüense, estadounidense, canadiense, ateniense, conquense, costarricense |
-ino/-ina | parisino, granadina, argentino, chino, palestino |
Sufijos en profesiones
Sufijo | Ejemplos |
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-ero/-era | zapatero, panadera, herrero, costurera, carpintero, frutera, recadero, pescadera, enfermera, camarero, camionera, cartero, mensajera, ingeniera |
-or/-ora | actor, emperador, directora, tutor, doctora, pintora, escritor, plomera, granjero, conductora, jardinero, banquera |
-ista | futbolista, artista, dentista, oculista, periodista, especialista, masajista, equilibrista, golfista, surfista |
-esa/-isa/-triz | abadesa, poetisa, actriz, alcaldesa, emperatriz, institutriz |
Sufijos en artefactos, instrumentos y lugares
Sufijo | Ejemplos |
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-dor/-dero/-dera | secador, regadera, escupidera, lavadero, estabilizador, ensaladera, recogedor, vertedero |
-ero/-era | monedero, cafetera, llavero, jabonera, ropero, fiambrera, botellero, panera, jamonero |
-ería | panadería, zapatería, carnicería, mercería, droguería, notaría, perfumería, carpintería |
Sufijos intensivos
Sufijo | Ejemplos |
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-ísimo/-ísima | riquísimo, finísima, felicísimo, delicadísima, bellísimo, altísima, lindísimo, rapidísima |
-érrimo/-érrima | paupérrimo, celebérrima, pulquérrimo, libérrima |

Soy catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada, ciudad en la que nací en 1968.
Hice el bachillerato de Ciencias; a los catorce años es difícil tener una orientación definida. En Preu me pregunté: “¿qué hago yo aquí, si a mí lo que me gusta es la literatura?”, y me pasé a Letras. En segundo de carrera la vocación se afirmó con la conciencia clara de que solo podía dedicarme a la investigación y a la docencia en Literatura. Pero mi preferencia estaba, no por la Contemporánea, sino por la literatura de los Siglos de Oro. Ya estaba iniciando la tesina sobre los cancioneros de Amberes de Jorge de Montemayor, cuando asistí al curso de José-Carlos Mainer sobre la “Edad de Plata”. Aquello removió mi fondo de lecturas juveniles, y pude verlas a una nueva luz. Cambié a Montemayor por Pérez de Ayala, y fui adentrándome en esa época fascinante: el “fin de siglo” y los treinta primeros años del XX.
No abandoné la literatura de los Siglos de Oro; en la docencia siempre me he dedicado a esta época con verdadera pasión. En los más de cuarenta años que llevo en las aulas, siempre he asumido la docencia de los siglos XVI y XVII, con preferencia, este último. No hay nada, en mi profesión, comparable a tratar con detenimiento sobre el Quijote. Para mis colegas soy un investigador en Contemporánea; para mis alumnos, un profesor de Renacimiento y, sobre todo, de Barroco.
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